sábado, 10 de abril de 2010

El ser y la nada

Menudo follón en el que se metió Sartre al escribir este libro con el que titulo este post. Más que nada por lo de la nada, lo del ser está por verse constantemente. Me daban ganas de escribir otra cosa, pero me pongo con lo que corresponde primero que es la historia de como intenté leer este libro. Resulta que estaba en Buenos Aires, hace muchos, pero muchos años... hum... unos doce o trece tal vez. Estuve alrededor de tres horas con las dos primeras páginas. Lo repito, estuve dos o tres horas con las dos primeras páginas, literal. Y recuerdo que se me colaba Descartes por todas partes (no hay ánimo de rima en esto, pero salió así), más tarde comprendí que no era Descartes sino la propia existencia (le había leído hace poco) y también las ansias de yo que sé virtud de la vida de cambiar constantemente y afirmar al mismo tiempo para volver a revocar... vida en estado puro convengamos.
El hecho es que pensaba en la libertad de las personas, de la capacidad de definir su propio destino y ahora con esto del acelerador de hadrones en Suiza me han machacado. Resulta que tal vez, y a raíz de los experimentos que allí se realizan, los pensamientos como los sentimientos tendrían masa. Pero, así y todo, no deja nada claro si esa masa es detectable, manipulable y en que medida influye como cuerpos que somos. La verdad es que calculo que seria masa en colisión con otra y que no influiría en la masa que generan los cuerpos de los demás, salvo que lo demás así lo quieran. La vida de toda la vida, vamos.
Y hasta aquí los científicos, porque si lo pensamos bien esa masa tendría además de una carga energética, un sentido en su carga. Como la tiene el agua que vemos en las fotos que de vez en cuando aparecen en revistas, periódicos y documentales, que nos muestran una foto en base microscópica de como es una gota de agua a alta resolución. La de las grandes ciudades distorsionada y la de pueblos tranquilos con formas alucinantes para el ojo humano. El uso y el abuso, la tranquilidad y el stress. La carga energética que dejamos en las cosas, en los seres y que de alguna manera, y en mucha medida influyen después en nuestra existencia y en la colectiva.
Todos hemos detectado unas palabras en falso de alguien, un beso dado por obligación y sin sentimiento porque debajo detectamos que no hay ganas de ello... y así las cosas. Lo que vemos y lo que realmente hay: la fábrica de energía que somos. Yo en esto me pongo del lado de lo positivo, por más que tenga que lucharla día a día y que cueste mucho, pero mucho. La de dejar al futuro una energía más limpia y positiva. Hay un cambio de conciencia en estos momentos, de valores, de formas de ser, de contacto con el entorno y de dejar de ser tan imbéciles y que los demás lo sean. Sumémonos a eso y dejémonos de jodernos y de joder...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

y qué con aquel que alguna vez quiso ser y no es?

lalupadematt dijo...

y creo que ambos, por más que sean uno mismo, abran tenido sus razones en cada momento ¿no?