miércoles, 3 de febrero de 2010

Un minuto de silencio

Leo desde hace años acerca del sueño americano.
Más o menos desde aquellos años que te lo empiezan a explicar en el cole o instituto y que cuando te haces mayor te das cuenta que te lo habían explicado en los dibujos de Disney o en cientos de películas. Hay muchos sueños y en diversas facetas, pero sobre todo la idea que hay de fondo de la superación personal en pos de una idea que no es otra que hacer más grande América. Yo, como bien sabéis, soy de América... pero del sur... cosas de la vida, pero en fin, a lo que vamos y que tiene que ver con el trasfondo de la supervivencia ligada a los valores, la información y educación que a una persona le inculcan, que de alguna manera ésta lleva adelante porque eso es lo que ha mamado y recibido y que mueve su vida en función de ello. Esto si lo piensas es mucho ¿Cuánto de lo que haces te lo han metido, no lo has cuestionado y actúas en función de ello? En este caso hablo de Estados Unidos, pero podría ser de cualquier otro país, incluso del tuyo, o de tu familia, el cole, tus colegas, amigos, el vecino... ve a saber.
¿Cuánto no cuestionamos de lo que recibimos y cuál es el grado de pereza en nuestra mente en algún momento determinado que hace que una información pase y se convierta, no sé si en un estandarte, pero si en un referente de conducta u opinión?
Hoy miraba en la tele una noticia de la Sociedad General de Autores de España que exigía a un colegio el pago de un canon por representar una obra de un autor conocido. A un colegio, a unos niños que tendría 11 años, guiados por un profesor, como si representan el Quijote vamos, pues que tienen que pagar por derechos de autor, "por difundir cultura", y esto último lo digo yo, tienen que pagar a la SGAE, para que lo cobren hoy en su nómina los obvios autores contemporáneos a Miguel de Cervantes, un total de 96 euros. Es que me dan ganas de hacer una reflexión, pero me parece tan tonto e inútil hacerlo que hasta me da risa el pobre hombre o mujer que esté al frente de la institución. Y me molesta reírme en un tema tan serio, pero me lo imagino al hombre o mujer todo convencido de su idea al frente de la SGAE, convenciendo a sus allegados, presentando informes y diciendo que después de las peluquerías por poner música va a ir a por las carnicerías y zapaterías.
Maldito o maldita director/a de la SGAE que está cercenando la cultura general sin saberlo, por la presión o información que ha recibido a lo largo de su vida y no ha contrastado, que de tan paradoja del sistema como está montado no te has tomado un tiempo para pensar en los demás, que yo y tú hemos conocido a no sé cuántos autores de cuadros, canciones, poemas, improperios, piropos, poesías, e incluso chistes, que nos han enseñado a ver la vida desde múltiples puntos de vista que nos han hecho crecer y desarrollarnos. No pongamos monedas al acceso a la cultura, porque incluso los de la SGAE han mamado cultura de la que no se paga, de la calle, de la que tiene que ver con lo que se han olvidado, de la que no se cuestionan, de la que les han metido y no reflexionado. Un minuto de silencio...

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