
Lo que tenemos, sabemos nosotros lo mucho que no ha costado conseguirlo, pero si miramos al mismo tiempo las cosas que adquirimos, muchas de ellas por ahí desperdigadas y olvidadas, nos damos cuenta de como la cabeza nos traiciona a la hora de comprar. Nos entra el calentón comprador y pensamos que algo debe ser nuestro sí o sí. Pero después con el tiempo pierde sentido y valor porque nos cansamos de ello. A mí me ha pasado con el Magia Borrras. Desde chico quise tener un juego de magia en casa y hacer trucos para mis amigos. Las navidades pasadas me lo autorregalé y los primeros meses me quedaba hasta las tres de la mañana practicando trucos en la cocina. Pero al poco tiempo perdió su valor. La caja comenzó a dar vueltas por el salón, a estorbar y como siempre y sin pensarlo, un buen día aparece en el lugar donde guardamos las cosas que no usaremos por un buen tiempo. Porque también todos tenemos un lugar donde dejar las cosas que no usamos, pero que queremos seguir teniendo, aunque no sé bien para qué, si ya hemos decidido que por un tiempo ya han perdido su gracia.
Es el consumismo, la idea de tener porque pareciera que eso nos hace poseedores de algo, que en realidad es una ilusión. Yo ya no puedo hacer trucos de magia para mis amigos con el mismo afán con el que lo hubiera hecho de niño, porque ahora esos amigos de la infancia están todos desperdigados por el mundo y porque a los actuales mejor invitarles a tomar algo a un bar y a filosofar sobre la vida. Es decir que otorgamos un valor a los elementos materiales que adquirimos, porque realmente los deseamos tener, pero al comprar no nos damos cuenta que somos víctimas de una ilusión: el consumismo. Lo mismo pasa con la ropa, las TV, los PC, los CD y un montón más de siglas. Compramos para tener, sin sentido de la responsabilidad y después nos quejamos de que no llegamos a fin de mes.
Vale con los elementos de primera necesidad y allí sí que hay que invertir de manera responsable, pero con solo pensarlo un poco, el resto de lo material nos está llevando a la desintegración del planeta por una parte y a atontar cada vez más nuestros cerebros por otra. Nos metemos en un sitio a comprar, sobre todo por estas épocas, abarrotados de gente y terminamos trayendo a casa artículos que al poco tiempo perderán su valor, y que en muchos casos son para atontarnos el cerebro y que sigamos alimentando este sistema que solo quiere borregos sin cabeza para llevar de un lado a otro sin fomentar la capacidad de opinión trascendental y crítica. Sino que alguien me explique por favor el por qué salen a trabajar las mujeres. Está bien que se igualen al hombre, y soy un ferviente defensor de ello, pero en realidad es para que haya más gente produciendo para este sistema y para que haya más dinero en circulación. Mis abuelas y sus amigas, eran señoras muy reflexivas y siempre tenían una respuesta con sabiduría para los problemas cotidianos. Como calculo a las vuestras. Por qué, porque dedicaban tiempo a pensar sobre los que nos pasa en la vida cotidiana. Hoy el consumismo y el sistema que nos hace sirvientes de esas ideas, nos está deshumanizando, acelerando para que no pensemos, y estamos perdiendo algo fundamental para el desarrollo de nuestras vidas: la capacidad de reflexionar sobre nuestros actos para ser mejores cada día, para discernir sobre lo que nos rodea y para no terminar siendo esclavos del siglo XXI bajo el paraguas de una supuesta libertad.
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