
Las tías también tienen sus problemas si son desconocidas entre sí. Los hombres pensamos que hablan de moda y ya está... pero no. Tengo muchos ejemplos de charlas escuchadas sin querer queriendo y que me han impresionado. La última vez fue en una exposición pictórica y yo no sé si las jóvenes se conocían entre sí hacía mucho tiempo, pero una le decía a la otra mientras yo me acercaba a una mesa para picotear algo. "No importa el tamaño de la polla que tenga el tío, si lubricas bien te entra". Recuerdo que no llegué ni a tocar lo que había en la mesa que ya me había dado vuelta del impacto que me causó aquella intimidad. En realidad uno nunca sabe de qué va hablar cuando se encuentra entre desconocidos.
Yo he intentado varias veces romper el hielo con una noticias sacada del periódico. Pero es un tema muy delicado. "¿Habéis visto que van a incrementar el presupuesto en investigación?" Y lo que quería ser un sencillo comentario se transforma sin querer en una guerra entre partidarios de diferentes espectros políticos y se pelean todos. Al final se hacen amigos cuando uno dice, "pero bueno no nos vamos a pelear por esto", y enseguida se acuerdan de quién comenzó la discusión y todos te miran mal y acabas siendo el desplazado de la reunión.
Otra cosa es cuando vamos por primera vez a la casa de la familia de nuestra pareja. En mi caso fue muy sencillo porque son muy majos... esto es por si lo leen... Pero me contó un amigo... que lo pasó bastante mal por el tema de los nervios. Los suegros no hacían otra cosa que quedarse callados y a la espera de que él dijera algo y llevara las riendas de la conversación. Quiso hablar de deportes y malo, de cultura y nada, de historia y pocos comentarios, de educación y menos. Lo único que consiguió que saliera de la boca de los suegros fue la pregunta ¿y cómo vas a mantener a nuestra hija? Así contado parece light, pero en ese momento qué dices... ¿bueno sino llego con el sueldo trafico algo de hachís y llegamos a fin de mes?
Es complicado, mi consejo es no hablar de política, ni deportes, ni educación, ni historia, ni hacerse los graciosos con anécdotas de fiestas juveniles. Creo que lo mejor es adoptar una postura mental con forma de flor de loto, de estirpe yoguista, y dejar que todo transcurra. Si esto falla, pues amigos, lo mejor es que hagáis como que suena el móvil y con una disculpa nos retiramos antes de que arda troya...
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