
Fue una pena, recuerdo que me invitó a que fuera a un programa de radio que él conducía en las afueras de Buenos Aires y antes de empezar la transmisión ya se había bebido unos cuantos vinos en la comida y un whisky de postre. La emisión no fue mala, pero se le notaba que le faltaban reflejos o que respondía con gracia cuando primaba la cordura. No me sentí incómodo, pero tampoco a gusto. Fue raro.
Ahora está en un centro de desintoxicación. Ha jurado que no volverá a tocar botella en su vida y los que lo queremos esperamos que así sea. Al menos para que vuelvan esos tiempos en los que emanaba humor sano, escribía con gracia dando vuelta las palabras y haciendo textos imposibles y nos deleitaba con sus ocurrencias en la radio. No sé por qué, pero a veces la mente suele ser nuestro mayor enemigo....
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