
Recuerdo que habían puesto altavoces por toda la ciudad y que de vez en cuando sonaba una sirena que indicaba que debíamos irnos todos para casa. Era el desgraciadamente famoso 'toque de queda'. Para mi familia tampoco era del todo seguro ir a casa ya que vivíamos a menos de un kilómetro del aeropuerto principal de la provincia. Me acuerdo de que los grandes del barrio decían que si a los ingleses se les daba por atacar el continente vivíamos en una zona de peligro, ya que los primeros objetivos en una guerra suelen ser los aeropuertos.
Pero a mí, todo eso me sonaba muy lejano. Era un niño, no sabía lo que eran las guerras, sabía que si sonaba la sirena tenía que ir para casa y en vez de jugar con mis amigos en la calle, lo tenía que hacer con mi hermano en casa. Una noche, después de un toque de queda, comenzaron a aterrizar muchos aviones, uno detrás de otro en el aeropuerto. Mi madre tenía miedo, no recuerdo su cara ahora, pero si me viene una sensación al cuerpo de aquel temor que sentía. Con mi hermano sin entender muy bien que hacíamos, la intentábamos distraer porque tampoco sabíamos a lo que nos enfrentábamos. Desde chico estaba acostumbrado al retumbar de las turbinas de los aviones, pero esos que estaban aterrizando en esos momentos parecían ser distintos. Además mi padre, al ser periodista, no podía quedarse en casa para protegernos. Tenía mucho trabajo por hacer en la redacción del periódico. Ahora y de alguna manera, también valoro la valentía de mi madre y su comprensión hacía la labor de mi padre.
Haciendo ahora un ejercicio de abstracción sobre todo aquello, quiere venir un miedo hacia mí por esa guerra que viví, pero que no me enteré lo que era, y por lo tanto un miedo que no sentí entonces. Pero ese miedo no va a entrar en mí, ese miedo se lo van a quedar los que piensan que la guerra es un camino para solucionar problemas humanos. Como si dijéramos 'matando, arreglamos'.
No señor, ese miedo no es para mí, es para los que organizaron y crearon esa guerra, para los que creyeron y creen en otros lugares, que matando a gente se arreglan las cosas. Ese miedo que quieren que sienta, que pese en la conciencia de todos aquellos que organizan guerras en nombre de... y que pidan una segunda oportunidad por los errores que han cometido. Yo me quedo con mi visión de niño, con la sensación de que tenía que proteger a los míos y darles ánimo, con distraer a mi hermano para que no se enterara que estábamos pasando algo malo que ni siquiera comprendíamos, y con mis puzzles, mis pinturas, mi música para no escuchar aviones y el calor de mi hogar.
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