Federico no sabía bien que veían sus ojos, ni sabía tampoco cómo los demás veían la vida a través de los suyos. Durante mucho tiempo creyó que algo raro pasaba con él, que había algo que no encajaba y que por momentos le hacía pensar que percibía más cosas que el resto de los mortales. Aunque algunas veces tenía una sensación a la inversa, que veía menos que los demás. Los años pasaron y esas sensaciones se fueron incrementando. Cayó en la locura y como a todo enfermo le prescribieron pastillas. Y así estuvo Federico durante un buen tiempo, creyendo que su problema lo solucionarían los médicos. Reflexionó sobre la situación y creyó conveniente confiar en la terapia, de hecho la siguió bastante bien dentro de sus posibilidades. Hasta que un buen día, los médicos le dijeron que ya estaba bien. Que no hacían falta más pastillas y que podía hacer una vida sin ellas, pero que debía estar atento a posibles recaídas. Federico agradeció y según pasaban los meses recuperaba vitalidad y alegría.Pero después de casi un año, sus dudas comenzaron de nuevo. Había cosas que no tenían explicación y su actitud era de rechazo a todo. Quería estar solo, realizar sus actividades sin ayuda y negaba todo aquello que no era racional para su cabeza. Pero un buen día, y cansado de las sensaciones de malestar, decidió poner punto final a lo que le pasaba y afrontar sus dudas, miedos, problemas y razonamientos. Y cuando ello ocurrió, por su camino se cruzaron dos alternativas. Volver a medicarse y pasar nuevamente por todo el proceso o buscar otra solución alternativa. Buscar alguien que le explicara qué era lo que veía, intuía y le pasaba. Y la encontró. Su nombre, Margarita. Ella también le contó que veía cosas que no eran materiales, que las personas le transmitían mucho más que palabras y gestos, que la naturaleza le enseñaba más cosas que las que se veían a simple vista y que había mucho más que ver más allá de lo material. Que en realidad todos tienen la posibilidad de acceder a ello, de compartirlo y de dejar de pensar que es cosa de locos. De hecho hay mucha gente que ve más allá pero teme a decirlo por miedo a ser tildada de anormal o de terminar en un psiquiátrico. Le dijo también que no todos ven lo mismo y que cada persona tiene uno o varios dones, que se tildan de paranormales con el consiguiente descrédito que conlleva en algunos casos esa palabra. Federico lo comprendió y comenzó un nuevo camino en su existencia. Paso a paso y con mucha paciencia se dispuso a aprender ese nuevo mundo que se abría ante sus ojos. Hoy no duda de lo que ocurre a su alrededor, no teme a lo que ve, comprende mejor a la gente, agradece y ayuda cuanto puede a los que tiene a su alrededor. Hace poco me lo encontré y sonriente me dijo: "Hace unos años un profesor de filosofía me dijo en clase. Hay que amar sin esperar ser amado, incluso aquellas cosas que nos parecen insignificantes, y sobre todo amar sin tener sentimientos de posesión sobre lo que se ama. Sabes Matt, hoy comprendo mejor por qué estoy aquí y seguro que mañana un poquito más, la vida está hecha de pequeños y grandes pasos".
2 comentarios:
Enhorabuena por tu blog Matt,
la verdad que no se como encontraste el mío, pero el mundo blog es así.
Esta guay que desde cualquier punto del mundo recordemos la tierruca y dejemos legado de nuestras vivencias y de nuestros pensamientos.
Un abrazo,
Isi.
qué bonito!!
ójala yo coneciese a un tio que se enamorara tan locamente de mi. se te ve lindo en la foto. si algún dís te desenamoras...
qué tienes de erectus???
un abrazo,
otra homo sapiens sapiens, creo
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