
En realidad hubo de todo. Gente con la que te llevas bien a la primera y otra con la que cuesta más, porque también es una realidad que las personas de aquí están como antes yo. En su casas esperando que les llamen los amigos de toda la vida y son pocos los que se abren a entablar nuevas amistades. La comodidad es una reina que se instala no se bien en que parte de la cabeza y parece que impide muchas veces salir de ese estado que no permite cambios y que nos regocija en nuestra rutina. Por suerte no todos sucumben a este estado y se abren a foráneos y nuevas gentes para también contrastar sus pensamientos y compartir nuevas experiencias con gente que no es de toda la vida.
Desde que comencé a meterme en este nuevo estado de salir de mí para ver que encontraba fuera, la realidad no ha hecho más que depararme sorpresas. Te encuentras con algunos a los que les gusta sentirse de su tierra y atacan todo lo que venga de fuera, como si el país en el que nacieran fuera suyo... yo nací en Argentina pero podría haber nacido en China, la verdad es que es una casualidad nacer y el sentimiento posesivo de pertenencia a un sitio no me ataca. Además cuando yo nací todo esto de los países ya estaba montado y podría haber nacido en otra época donde los hombres éramos nómadas y no hubiera sentido que era de aquí o de allá. Es lo que tiene nacer en estos tiempos....
También he perdido la cuenta de las veces que me han llamado sudaca. La verdad es que ya me lo tomo a broma, contesto con un "Internacional Sudamericano, por favor". Así les llaman a los futbolístas, pero el resto parecemos condenados a ser sudacas, por más que ya llevemos casi media vida viviendo aquí. Pero esos no son por suerte la mayoría de lo casos porque después de varios años ya te das cuenta de lejos de qué pie cojea cada uno.
Dicen que nunca es tarde para arrepentirse, pero yo no lo veo así. No me arrepiento de haber probado la torilla con el café con leche, haberme abierto a la gente y sobre todo de haber intentado superarme a mí mismo una vez más.
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