Ni caso que le hice, ya había hablado antes con vacas y se autopsicoanalizan mucho. Pegué otra calada y esperé otro comentario más aclarador. "Oye, que te estoy hablando ¿te da igual que me mate o qué?", dijo. Ese comentario toco cierta profundidad en mis ser. No lo más hondo porque, más que nada, intuía que su intento de suicidio lo hacía para llamar la atención y no para realmente matarse. "Mira, no es que me de igual o me deje de dar algo. Pero se te ve venir. Creo que hasta cierto punto todos necesitamos un poco de atención, pero amenazar con el suicidio no creo que sea la forma más adecuada", le dije. Se quedó un tanto pensativa, mientras un lágrima comenzaba a correr por su mejilla y ahí me dio en el medio de mi ser. Es que no puedo ver al sexo femenino llorar. "Por qué no intentas llamar la atención de otra manera. Haciendo algo que alegre a los demás o que se sientan orgullosos de conocerte. No sé ¿qué te gusta en la vida?", pregunté. Las lágrimas comenzaron a desaparecer, la vaca se quedó pensativa unos momentos. Aproveché para apagar mi cigarrillo contra la suela de mis zapatillas y guardarlo en el celofán del paquete. Ella comenzó a hablar y a dirigirse a la raíz de sus problemas, "la verdad es que me gustan algunas cosas de la vida, pero la mayoría no he podido realizarlas. Además somos animales muy explotados. Tampoco es que pida mucho. Por ejemplo, me hubiera gustado ir a la montaña de enfrente a conocer a las vacas que se ven desde aquí. Pero con esa alambrada que da electricidad no podemos ir muy lejos. Es como estar en una cárcel física que al final se traduce en una cárcel mental porque no veo posibilidades de hacer lo que realmente me gusta".Sus pensamientos no me asombraron. Muchos animales, entre ellos los humanos, están en la misma situación por más que sean libres. Iba a hacerle algún comentarios sobre la condición del ser, algo de Sartre mezclado con un poco de psicología positivista, pero al ver que sus problemas eran intelectuales me decidí por contrastarlo con algo práctico, de actividad corporal y que exigiera compromiso. "¿Y no hay nada por aquí cerca que te llame la atención?", volví a inquirir.
"Sí - me dijo - dicen que hay una vaca que enseña yoga y además da clases de Kung - Fú. Su filosofía se basa entre el equilibrio de la mente y el cuerpo. Ambos en buen estado. Vive ahí, en la ladera de enfrente". No tardé mucho en pensar en ayudarla a escapar. "¿Y si te ayudo a salir de aquí, tu puedes soltarte de la alambrada?". No había terminado de hablar que ya tenía la cabeza fuera.
Y ahí partimos los dos hacia la ladera de enfrente a conocer a la vaca maestra de yoga y Kung - Fú. La tarea no fue fácil, sobre todo intentar convecerla de que subiera a la Vespa, cosa que finalmente y después de mucho insistir no quiso hacer. Llegamos a media tarde y después de presentarnos nuestra vaca fue aceptada e invitada a quedarse. Recuerdo que nos abrazamos para despedirnos y que me dijo algo antes de partir. "Sabes qué. Siempre tenemos fuerza para hacer lo que queramos, para intentar ser mejores, para cumplir nuestros sueños y para hacer cosas que nos parecen imposibles, pero también es cierto que siempre necesitamos de alguien que nos lo recuerde. Cuidate amigo".
3 comentarios:
Un argentino de psicoan�lisis con una vaca... Ay Dios, creo que ya no me queda nada por ver... Jejeje Bss
Blumberg no era ingeniero, ahora parece que Graciela Alfano tampoco (JE) y que Cristina Kirchner no sería abogada . . . yo pregunto . . . la vaca . . . tiene título o hace ejercicio ilegal de la psicología???
Escuchame "erectus" porque no te haces un asadito con la vaca y después mandás fotos de la comilona
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